martes, 13 de marzo de 2012

Venga a nosotros tu reino




Iglesia y poder político: qué mala combinación. Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, publicaba ayer en su portada un editorial donde da la bienvenida a Benedicto XVI, quien estará en la isla del 26 al 28 de marzo, en una visita que valora como "manifestación de confianza y expresión renovada de las excelentes e ininterrumpidas relaciones entre la Santa Sede y Cuba". Cuba acogerá con "afecto y respeto" al papa Benedicto XVI en su próxima visita a la isla donde conocerá a "un pueblo seguro en sus convicciones", añade. Los twitteros y blogueros de la isla presentan estos días una visión muy distinta de esta visita. Critican un incremento de la represión por parte del Gobierno cubano, que estaría poniendo impedimentos incluso para que la gente acuda a misa el domingo; y también tiene palabras duras para el papa, que sólo tienen previsto entrevistarse con la jerarquía gobernante, mientras que <no tiene hueco en la agenda> para las damas de blanco. En fin, siempre decepcionante.

A veces conviene echar la vista atrás para no perder la perspectiva. Eso es lo que hace Javier Reverte en su novela Venga a nosostros su reino. Es la España de la posquerra y la Iglesia todopoderosa rige nuestros años más negros, más ruines. El joven sacerdote polaco Stefan Berman llega a Madrid en pleno apogeo del nacional-catolicismo huyendo del comunismo que impera en su país. Pero aunque es acogido por la Iglesia, se ve dividido por pasiones contradictorias. A su doble vida de agitador político de izquierdas y hombre religioso se suma la relación amorosa que mantiene con la hija de un conocido militar. Un torbellino de pasiones a la sombra de obispos, militares e izquierdistas clandestinos. Política, amor, intriga e historia en una novela muy amena aunque no se si muy rigurosa desde el punto de vista histórico, ya que el mismo autor ha reconocido que la Iglesia no le facilitó la investigación.
La vista del papa a Cuba me ha recordado esta novela: una Iglesia politizada casi clandestina y un poder político totalitario y frente a ellos, la revolución de la bases. La historia no deja de repetirse.


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